Resulta curioso que el número de seguidores en redes sociales se haya convertido en una especie de medalla o distintivo que hace ganar importancia a la persona. En el lenguaje cotidiano, incluso, la expresión pocos followers se ha convertido en una forma de denostar a otra persona (aunque todavía con un cierto tono de broma). Dime cuántos seguidores tienes y te diré qué tan importante eres. El querer mostrar miles de amigos en Facebook o infinidad de seguidores en Twitter es algo hasta cierto punto normal entre adolescentes que se encuentran en una fase de su vida donde la sociabilidad es fundamental. ¿Pero es esta la mejor perspectiva para todo tipo de usuarios?
El párrafo de apertura cierra con una pregunta retórica. Una estrategia muy común en los blogs que hablan de redes sociales, marketing y temas afines. La respuesta a la pregunta es más que evidente: no. Lo que seguiría es comenzar a explicara las razones con una serie de listados que presentan ventajas y desventajas. Pero, sinceramente, cada día me convenzo más de que esto implica menospreciar la capacidad crítica del lector. En pocas palabras, estoy cansado de los textos del tipo: ¿Qué tienen que ver las patatas con los meteoritos? ¡Entra y descúbrelo!
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Estoy de acuerdo en que la curiosidad es un elemento muy importante en el ser humano y que un título como el que acabo de proponer es ideal para despertarla. Con lo que no estoy de acuerdo es con la reproducción hasta el infinito de la estrategia. En otras palabras, si no hay de verdad una relación fuerte y clara entre patatas y meteoritos lo que termina sucediendo es que el contenido se llena de suposiciones o evidencias que aportan muy poco al tema. Un buen título puede viralizar un artículo, pero eso no dice nada de la calidad del contenido. - tuitéalo
¿Y los seguidores en redes sociales? ¡Quiero mis seguidores!
El título de este texto, por ejemplo, habla de seguidores en redes sociales y marcas. El elemento que los une es la expresión “anzuelo para”. Lo que se puede asumir es que aquí se dirá que el número de seguidores en redes sociales es un buen anzuelo para atraer a las marcas hacia tus contenidos y conseguir así objetivos comerciales (monetización de blogs o de los canales sociales). Habría que asumir, sin embargo, que este punto está más que superado, que no se puede pensar que el número de seguidores es el parámetro ideal y el único en estos casos.
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Lamentablemente esto no es necesariamente así, y quienes escribimos sobre estos temas tenemos una importante responsabilidad en el asunto. Si no superamos la fase de las patatas y los meteoritos no vamos a construir nunca la siguiente etapa de la red. La madurez de un mundo conectado depende de cada uno de nosotros que somos sus nodos. - tuitéalo Hay que ir más allá de hacer notar lo evidente y atreverse a plantear nuevos modelos. Es necesario denunciar las estrategias que no hacen sino dar vueltas sobre lo mismo e impulsar una actividad creativa que nos libere de las inercias del denominado mundo 1.0. Un poco como esta genial propuesta del marketing cordial que mi amigo Javy ha emprendido en compañía de Manuela.
David y el pequeño meteorito que le ganó a Goliat
Vamos por partes. Tú y yo tenemos claro que algo no anda bien si pensamos que el número de seguidores es sinónimo de calidad. Lo que tenemos es un índice de popularidad que no necesariamente se traduce en influencia efectiva. Puedes buscar por la red y encontrarás mucho material al respecto: de nada sirve tener un gran número de seguidores si no hay una interacción importante con ellos. Puedes tener muchos seguidores porque haces reír, porque resulta que eres el doble perfecto de Brad Pitt o por acudir a las extendidas prácticas de compra de seguidores o estrategias del tipo #Followback. Razones que pueden explicar un número alto de fans, pero ojo: un fan interactúa contigo, pero no te hace relevante.
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Si una marca se limita a mirar el número de seguidores o bien tiene un community manager muy perezoso o uno que funciona con el librito de los medios tradicionales en la mano. El problema del segundo caso es que se cae en el error de querer aplicar un procedimiento inadecuado para los nuevos medios. Cuando casi nadie tomaba en serio las redes sociales (no hace mucho tiempo de ello) el número de seguidores realmente reflejaba un interés del público en una persona o contenido. Quien supo verlo a tiempo apostó por estas figuras para la promoción de sus marcas y obtuvo muy buenos resultados. Hubo una vez un David que logro vencer a Goliat, la historia se repitió en las redes sociales, pero hoy ha vuelto a su estatuto de leyenda.
Viejos hábitos y nuevas formas
El problema central está en confundir fama con un número en la pantalla y partir de ahí para colaborar en la red. Lo que las marcas buscan es lo mismo que ya tenían antes: personas que eran seguidas por sus fans gracias a sus apariciones en los medios electrónicos. Nada tan cómodo como mantener el mismo modelo menospreciando la capacidad crítica del auditorio. Pero, de nuevo, es desde los rincones de la red desde donde se puede levantar la voz. No necesitamos estrellas de Twitter o de Facebook para decirnos qué leer o qué comprar. No me interesa ver a un creador de contenido en un blog o en YouTube rodeado de marcas porque éstas huelen el aroma de sus seguidores y buscan visibilidad.
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La propuesta está en generar una forma alternativa y cordial. Lo primero es sacudirse la pereza, después analizar a los creadores de contenido por lo que hacen y cómo lo hacen. Encontrar entonces a quien puede generar el contenido que de verdad armoniza con mi producto o servicio no solamente porque quiero que me noten, sino porque quiero que me recuerden. El recuerdo, lo sabemos todos, es la memoria del corazón. - tuitéalo Las marcas, de hecho, pueden ayudar a que un creador de contenidos aumente sus seguidores sin que por ello condicionen lo que éste hace o dice. La apuesta, por lo tanto, sería a la de generar una comunidad en torno a un contenido en el que se puede confiar y no la de esperar a que una masa elija a su favorito para después tomarlo como imagen.
En otras palabras, se trataría de realizar una estrategia de larga cola apostando por los creadores de contenido que quizá no tienen demasiados seguidores en redes sociales, pero que hacen muy bien su trabajo. Contactarlos, apoyarlos en la mejora de sus espacios, facilitarles materiales o productos, enlazarlos o mencionarlos en la red, sería apostar por convertir a las marcas en mecenas que favorezcan la pluralidad de voces en lugar del ya conocido camino de la voz unívoca del líder carismático. Una apuesta por el micronicho antes que los grandes espacios. Quien asuma esta estrategia se adaptará mejor a las nuevas condiciones y no tengo duda de que nos ayudará a todos a superar la fase de las patatas y los meteoritos. ¿O tú qué opinas?
Como nos desvirtualizamos en Zaragoza, comentaré algunos artículos como Javy ya que has tenido la amabilidad de hacer referencia a mi último microproyecto de ‘marketing cordial’.
Por cierto, poniendo cordial en el buscador de este blog, aparece esto:
http://cgironlozano.com/?s=cordial
Con lo que prácticamente, sigues siendo mi mentor en este tema (como en otros muchos).
Y centrándonos en el tema de hoy, todos sabemos que tus seguidores en las redes sociales no son tus clientes, sino de la propia red. A través de los comentarios cruzados, cada red va sacando los servicios que más le interesan a ella; no a ti.
Algunos se creen que con los formularios de suscripción arreglan el problema. El email marketing aparece entonces como la panacea. Craso error. Una lista de suscriptores que no esté actualizada prácticamente al día corre el riesgo de penalizaciones porque los correos que no se abren se consideran spam por ciertas araña gugleras.
Solo queda entonces lo que comentas en el artículo: un ‘petit comité’ con el que intercambiar proyectos y confidencias de forma cordial.
Supongo que todos estaremos metidos en miles de listas de correos que rebotan continuamente la misma información. Con conseguir una relación cordial con un par de ‘influyentes’ es más que suficiente para no naufragar en la vorágine de este proceloso océano de la red.
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¡Saludos Javy! Gracias por tu cordialidad en el comentario. Somos más compañeros de camino que mentores, justo por eso la apuesta debe ser por la comunidad más que por la verticalidad. Los antiguos lo sabían muy bien: la percusión, como el latido del gran corazón de la comunidad, es lo que reúne a los miembros. Así que contribuir con un poco de ritmo propio a una danza que ya ha comenzado es la mejor manera de ganarse un nicho. Un poco críptica la respuesta, pero muy cordial. ¡Un abrazo!
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Hola Carlos,
a mí me gusta tener seguidores, pero no por alimentar mi ego, porque a mí eso no me sirve de nada, sino porque yo estoy en Internet difundiendo un mensaje que quiero que se conozca. Y qué quieres que te diga, de alguna manera se puede decir que he conseguido que la gente que no tiene nada que ver con el tema sepa al menos que existe, que no es poco.
Un abrazo 🙂
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¡Saludos Carolina! A todos nos gusta tener seguidores, el ego es muy humano y no hay razón para asustarse por ello. Aquí lo que intento expresar es más un reproche a las marcas que sólo se fijan en el número de seguidores para determinar si vale la pena colaborar o no con el creador de contenido. Tú eres un gran ejemplo de cómo se puede construir un espacio para la difusión de contenidos relevantes y muy humanos. De ahí que, por ejemplo, el Ayuntamiento de Zaragoza o alguna Universidad debería poner los ojos en ti para apoyarte, ayudarte a crecer a cambio de colaborar con contenidos en sus propios espacios. Así los seguidores aumentan y seguro que todos ganamos algo. Pero, lamentablemente, la lógica actual es al revés: ven a tocar la puerta cuando al menos tres mil más vengan detrás de ti. Eso es lo que no me gusta y creo que la apuesta por formas de redacción ya muy vistas también contribuye al asunto. Nos gusta lo sencillo y lo prefabricado, pero seguro que podemos dar más y nos esforzaremos por ello. ¡Un abrazo!
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Vivimos en la era de lo intrascendente, lo pasajero, lo superficial. El usuario estándar busca el entretenimiento, el pasatiempo, en definitiva la distracción. Internet es un campo muy propicio para esto, procura ocupar nuestra mente y nuestro tiempo sin tener que hacer ningún esfuerzo. Me fascina observar como unos vídeos cuyo contenido son unas gracias no muy ingeniosas generan a diario millones de visitas. Y no me sorprende, creo que el ser humano es muy proclive a seguir las tendencias. En España decimos “¿ Donde va la gente? Donde va Vicente…” Si queremos escapar de esos caminos tan transitados tenemos que hacer un esfuerzo de concentración ( contrariamente a la distracción ) y dirigir nuestros pensamientos, capacidades y voluntad hacia aquellos contenidos que de verdad nos aportan un enriquecimiento personal, un crecimiento. Pero esto no es una actitud reservada a la gran mayoría, ni creo que nunca lo sea. Es un proceso reservado a aquellos, contados, que buscan aprender, transcender, ocupar su tiempo de una forma creativa y educadora. Pero éstos serán siempre un grupo pequeño y escogido. Por ello creo que es necesarios desconfiar de los grandes números si queremos no ser simplemente parte de una estadística. Muchos seguidores implica paradójicamente para mi algo de lo que debo desconfiar, porque sé que muy probablemente no habrá nada realmente interesante en ese contenido, y que casi seguro me hará perder un tiempo que puedo aprovechar mejor en otro lado.
Un gran blog Carlos. Fascinante y didáctico. Justo lo que se necesita para crecer.
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¡Saludos Shavi! Muchas gracias por tu comentario. Lipovetsky tiene esa expresión de “el imperio de lo efímero” como título de uno de sus libros (que no necesariamente son siempre una crítica a lo que describe), y creo que es una muy buena imagen para lo que dices. El número no es del todo inútil, pero, como bien señalas, no debería ser el centro de atención o la marca definitiva para valorar un contenido. Es, de hecho, una consecuencia de lo que un creador de contenidos hace. En esta misma medida los números nos hablan de ese gusto por lo pasajero y sencillo, aunque tampoco creo que podamos condenar el ocio y la relajación por completo. Justo lo que me gustaría proponer es no tirar al niño con todo y el agua sucia de la bañera. Ese tipo de espacios tienen su función y hay que respetarla, pero no hay que convertirles en el molde para todo lo que pasa en la red. Que el número no devenga imperio para poder mantener diversidad y fomentar un pensamiento crítico que ponga cada cosa en su sitio para su uso en el momento vital más adecuado para cada uno. Gracias de nuevo por tus palabras.
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¡Saludos Esther! Muchas gracias por tu comentario. Tienes toda la razón en que depende de los objetivos. El texto está más orientado a quien busca monetizar colaborando con marcas que, en efecto, suelen carecer de voluntad para colaborar a veces por una muy mala asesoría. Pero seguro que poco a poco vamos sembrando semillas para el cambio. ¡Muchas gracias de nuevo!
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